miércoles, octubre 05, 2005

"usted no tiene un problema informático, usted tiene un misterio"

Mi cacharro murió, dos veces. Los cabrones de los fabricantes no me lo arreglaron bien. El otro que compre por internet, no me lo envian mis adorables-pero-de-poca-confianza-para-asuntos-de-organización amigas que viven en NY. Además sufro lo que, ingenuo de mi, pensaba que era un problema informático. Ahora lo se. No es informática, es una maldición de magia negra.

El ordenador del edificio de mi residencia ha decidido hacerme apartheid. No me deja conectarme. Con tooodos los demas ordenadores (de la biblioteca, las salas de estudios, otros edificios...) no tengo ningún problema, yo me conecto y todos tan contentos. Pero, justo el de mi salón, me odia. Fui a consultar semejante cuestión al centro de computación.

El centro de computación está en Waterman Building, el corazón burocrático de la universidad. Waterman tiene seis plantas, tres de ellas bajo suelo. Las plantas bajo el suelo tienen toda la morfología de haber sido mazmorras o laberintos en otra época y que, tras tirar un par de tabiques, algún arquitecto loco las declaró aptas para el uso social. Si usted fuera un burócrata malvado y montara una universidad, dónde pondría las oficinas? Si señor, repartidas lo más posible por todo el puto campus... Pero dónde colocaría ese ganglio vital de despachos que tienen que estar próximos entre si y son verdaderamente necesarios para todos los usuarios de sus servicios? Efectivamente, en unas mazmorras subterráneas. Claro, pero si sólo hace eso, se le iba a ver mucho el plumero. Entonces? Entonces usted, pérfido burócrata desalmado, se pone manos a la obra y se quita el pasamontañas de telita, esconde el látigo en el armario, se pone una camisa de rallas, apaga las antochas, coloca neones, forra el suelo de plástico blanco y pinta las paredes de verde (sí, para doblegar mentalmente a los prisioneros).

Allí me fui, con mucho ánimo e ilusión y pronto me encontré subiendo y bajando escaleras, deambulando por estrechos pasillos y despachos que me informaban que tendría que ir a otro lugar diferente. Mi periplo se cerró, kafkiana costumbre, en el primer despacho visitado (sí, sí, aquel que el sentido común indica como el más adecuado para resolver tu problema). "Va usted a tener que ir al centro de computación" "Pero si ese es el primer sito en el que he estado". "Venga por aquí, es mucho más corto". Me acompaño a través de muchas mesas y luces hasta una insospechada puerta y unas escaleras que me devolvieron al primer sitio (el camino para el común de los mortales es efectivamente mucho más largo). Al volver al principio, pasé al nivel dos de la siguiente manera. Mi diálogo con la guardiana del primer despacho:

- "Hola de nuevo" (y le repito que no puedo conectarme)

-"Debe usted dirigirse a la oficina de cuentas de alumnos"

-"Eso es lo que me digiste, y ya he estado, y me mandaron a la sala de informatica, que me mandó a la de pagos, que me mandó a la de usuarios y privilegios asociados, que me han mandado de nuevo aquí".

En España, muy serios habrían seguido insistiendo "la oficina de cuantas de alumnos es su lugar" poniendo en marcha la estrategia disuasoria mundialmente conocida como "rueda de Hamster". Aquí las cosas son diferentes. En esta universidad saben bien que una vez recorrido el circuito, éste pierde la mayor parte del encanto... Además tienen bastante cuidado de no usar los trucos burocráticos más groseros (véase "rueda hamster") porque, encuanto se sienten un poco más toreados o frustrados de la cuenta, los alumnos montan graves pollos -no de los de gritar, pero sí de los de decir cosas con mucha maldad-... Sospecho que esta actitud se debe a la cultura del país y a que aqui pagan cada año lo que toda una carrera costaría en una universidad privada española 'de las baratitas'. El caso es que me dice:

- "Vamos a tener que hablar con el maestro"
- Cara de 'pos venga flower si hay que hablar con el maestro, se habla con el maestro'"

En estos sitios, las puertas ocultas son las que más se ven. Antes, en las mazmorras las ponían en sombras o camufladitas. Aquí es lo contrario. Yo me tiro como un puma sobre las puertas que dicen "no entrar, despacho importante". Para prevenir semejantes intromisiones, lo mejor es poner una puerta verde (como no) de cuarto de baño y al lado otra verde sin letrero; o unas escaleras que no dan a un pasillo, sino a una puerta. Y piensa el lego, claro, ese es el cuarto de mantenimiento. Error. Otro enorme, majestuoso e inesperado pasillo lleno de despachos se abrirá ante usted. Muy, muy al final estaba el maestro:

-"maestro, lamento interrumpir sus ejercicios y tareas, pero aquí hay un alumno con un problema para el que nadie tiene explicación o formulario".
-"No te preocupes, yo me encargo"
Tras una serie de preguntas y respuestas que parecía más la consulta del médico que el centro de computadoras, tuve un veredicto "usted no tiene un problema, tiene un misterio". "Pero no se preocupe Migüel, vamos a trabajar para solucionarlo". "Venga conmigo". Mi misterio, el maestro y yo fuimos hasta una puerta (de las sin nombre) que estaba escondida en frente de la cafetería. Allí se nos reunimos con una burócrata de nivel 34. Juntos localizaron el nombre del elfo encargado del mantenimiento de mi computadora, pero ni con la combinación de sus superpoderes, lograron hacerlo aparecer.

El maestro se comunicaba conmigo varias veces al día a través del arcano e-mail. Aseguraba que en una semana estaría todo solucionado y me hacía más preguntas. La semana ha pasado, el maestro no da señales de vida y el ordenador de mi edifico me sigue odiando.


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