miércoles, marzo 01, 2006

Mi amor

Cuando nos conocimos, de pura casualidad, tenía 18 y yo 20. Ella llevaba el pelo corto, parecía un dibujo manga y echaba mucha cara; yo tenía el pelo a franjas rojas, un abrigo de cuero negro y más cinismo pop de la cuenta. Por aquel entonces, andaba haciendo malabares con muchas relaciones de dos semanas, mientras que ella estaba enamorada de su novio: un camarero con mucho flequillo y mucha tontería que no la quería bien. Se puede decir que íbamos más o menos empate. Cuando acababa la noche, una canaria muy cañón y con permanente me planteó lo que ella creía un dilema: "ya has oido. Vive con su madre... claro que también puedes venirte conmigo a pegar un polvo, que vivo sola."

Besos en portales de Fuencarral, una exposición de arte electrónico, salmón marinado en mi casa (tiempos pre suchi) y juegos - forcejeos - stripteases en el futón... té en Lavapies, caña en la Latina, capuchino en Tribunal... la tía de su novio haciéndome sacar las fotos del 19 cumpleaños. Los dos se abrazaban y sonreían. Un jueves por la mañana habíamos quedado y vino espléndida, con el pelo aún húmedo de la ducha, había tenido una cena romántica con su novio... así estaba: recien follada y radiante. Al verle la cara se me pasaron los celos. Quería que estuviera así de contenta siempre. Ella me cogió de la mano diciendo "vamos niño" y cruzamos en rojo, corriendo.

Tener que esperar 15 minutos a que llegara el metro se transformaba en un patio de recreo y aquellos juegos, en lo más memorable de toda la noche. Yo creo que es la chica que mejor besa, la que mejor toca, pero a lo mejor eso es solo porque nuestras bocas se diseñaron besándose y nuestras pieles se cordinan y se conocen. A cambio, es una patata dando masajes. Las pocas veces que hemos ido a la cama han sido un poco raras... siempre hay alguien que siente que ese no es el momento adecuado... lo más divertido: ver como cambia, como aprende la otra persona... porque los años y las relaciones no nos pasan en balde o como dije una vez: "¡Osheee! ¡tu has estado practicando!".

A ella siempre le gusta oirme, o leerme. Me decía "que listo eres" y lo adornaba con "yo no se nada de política" o similares. Entonces, el niñato empollón, el frik de circo que habita en mi se dolía recordando distancias, palos y cadenas. "No porfavor, no me digas eso. Si me pones lejos, me dejas solo... y me pasa a menudo, pero no contigo... contigo no me puede pasar". Ella lo entendió. Vió al frik en mi y nunca lo trato mal, nos vio y nos quiso tal cual. A mi siempre me admiró su maestría emocional y su alegría por la vida. Cuando le apetece darte un abrazo o cogerte la mano lo hace como quien se acerca el plato de aceitunas. En el sofa, te pone la frente en un lado del pecho y va girando la cabeza como un gato frotandose la cara con tu camisa, tu mejilla... entonces es posible que los labios comiencen a rozar piel, incluso que se encuentren y se saluden. Es un espectaculo relacionándose con gente. Me encanta verla charlar con desconocidos cuando anda por la calle o cuando hace cola en el cine. Y cuando no quiere algo lo dice: "chico, no nos queda mortadela en la tienda" o "si me gusta, pero... no puede ser".

Y hay muchas cosas que no pueden ser. Cuando estamos juntos lo olvidamos... un ratito. Luego, alguno de los dos se acuerda. La combinacion entre lo bien que nos entendemos y todo lo que nos tenemos que reprimir suele dispararnos lejos el uno del otro... a veces me visita esporádicamente, como un hada o un viento y me mantiene expectante hasta la siguiente casualidad, la siguiente caña en Tirso, el próximo cafe en el Uno, los próximos planes de excursion y camping... Pero la mayor parte de este tiempo lo hemos pasado de espaldas. Solo de vez en cuando, ella llama buscando consuelo o yo me me tropiezo con algún recuerdo... son como paréntesis temporales en los que recuperábamos una historia discontinua, pero anterior a cualquier otro compromiso (desde entonces sé que, muchas veces, lo importante se esconde entre paréntesis).

Antes justificaba este ciclo de mareas, esta ave Fenix que es nuestra relación, con que ninguno estaba listo para pilotar semejante aeroplano (y tenía una arrogante confianza de que siempre volvería a mi ventana). Pero ya no. Noto como me llega el tiempo de construir algo, y me encoge la pena cada vez que pienso que ella no va a estar allí. Ya la he perdido demasiadas veces.

Hoy no me quedan fantasias de futuro compartido. Se han ahogado en silencios administrativos, en abrazos sin beso. Hoy mis fantasías se reducen a cómo les contaré a sus hijos, cuando sea un cincuentón nostálgico que, de jovenes, su madre me gustó mucho (eso sí, si fuera un griego antiguo, la raptaría, dijera lo que dijera mi profesora de mujer y sociedad).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también me acuerdo del salmón marinado en la casa de la latina y ahora duermo con tu camiseta de desayuno incluido. Que distinto leer este mail después de tu visita a Berlín. Las cosas que uno nunca puede esperar...a mí me demuestran que siempre queda una sorpresa.