domingo, septiembre 11, 2005

El señor de la foto le tose a Bourdieu y tiene razon

Aviso: este posti ni es diver, ni es tierno, es de referencias culturetas -y mucho me temo que mas de uno lo encontrará aburridito-

Va en contra de mi costumbre de groupy loca y enamorado fan de Pedrito, el campeón de Gasconia, reconocer los méritos de los que alguna vez se le opusieron o criticaron. Pero, asín es la vida, y hoy toca. El señor de la foto se llama Constantino Bertolo es un editor francés y es uno de los pocos humanos (vivos o muertos) que puede enorgullecerse de haberle tosido a Bourdieu... ¡Y con razón! (claro que Pedro ya la había cascado y nunca sabremos que habría dicho).

La historia comienza con otro pequeño editor frances llamado Andre Shiffrin (nótese lo cómico de los nombres de los editores frenceses), cuando publicó lo que hoy se conoce como un "libro lloriqueo". El tenia una peqeña pero próspera editorial, heredada de sus padres. El caso es que la tradición se inmpuso en casa de André y le acabó cogiendo el gustillo a eso de lo de los libros. Claro que no eran unos libros cualquiera. En casa de Chifrin solo se publicaba lo mejor de lo mejor (y con dibujos elegantes y tapas duras, pero esto no lo sé de buena tinta).

Mientras Shiffirn ejercía con inusitado entusiasmo sus tareas de libreador, el tiempo pasaba y, con él, Francia empezaba a parecerse más al resto de paises occidentales... dejaron de salir Chomsky y Foucault en los debates de despues de comer, ya casi no ponían pelis de Goddar y -el horror- el Club Doroté (algo como Shusha pero en franchute) educó a la camada de franceses más tiernos y fresquitos que jamas conoció la historia de la humanidad. Por el camino, algunos politicos "socialistas" (pronunciado a lo Austin Powers e incluyendo: ministros, alcaldes y otros amigos de los niños) se dedicaron a liberalizar sectores sin miramientos ni control y a meterse en la OMC y a fomentar el libre mercado y a autorizar grandes superficies y otras inquinidades propias de las gentes de su condición y de los estudiantes de AD (Administracion de empresas, que digo yo ¿porqué no lo llamarán AE? o EA? Enterprise Administration).

La nueva Francia, seducida por el papel cuché, los libros de tapas blandas y contenidos similares, el Club Doroté y los estudiantes de AD (que ya se habían licenciado, conseguido cargos y empezado a peinarse de forma sospechosamente parecida a Mario Conde -en su versión anterior al la del chandal y el gorrito de lana-) cada vez compraba e invertía menos en los libros a los que Shiffrin había dedicado su vida. No tenemos datos, pero me da toda la impresión que, además de su vida, Shiffrin tambien habia consagrado a los libros un par de casitas en la playa, un velero, una pequeña colección de vinos y una leve alergia a los izquierdistas (tanto si se presentaban de uno en uno, como en paks de grupos políticos).

Ironias del destino: cuando su pequeña-pero-próspera-editorial-familiar empezó a ser sólo pequeña editorial familiar y ya se aventuraba que en un futuro cercano pasaría a ser pequeña-pero-deficitaria-editorial-familiar, Shiffrin sacó un libro-manifiesto llamado "la edición sin editores". Además se dedicó a montar cierto revuelo político porque, adónde vamos a ir a parar? y, entre otras cosas, se enganchó a artistas y tipos con certificación de listos muy listos para promover sus demandas. Entre ellos triste Oh!, se encontró Bourdieu haciendo 'y pocas veces lo encontrareis así' de papanata. A ver, que yo creo que en realidad Bourdieu utlizaba toda la polémica de los libritos como good argument para llevarse a los elitistas culturales de francia al huerto del macarrismo y el fuego purificador. Pero esta información tampoco ha sido contrastada, por lo que nos quedamos con Pedrito haciendo un poco el papanatas (pero pensando que tendría muy buenos motivos para ello... aunque ahora casi no se me ocurren).

Ya aquí entra Bertolo, el reseñado. Tengo la sensación que, al ser de la misma quinta y compartir curro (es otro pequeño-pero-próspero editor de una editorial familiar francesa), Bertolo y Shiffirn se conocen desde hace muchos, muchos años. Tambien tengo la sensación de que la ideología de Bertolo es de los tonos más rojos que quedaban en la tienda. Una última sensación: Shiffrin y Bertolo llevan teniendo sus más y sus menos desde hace tiempito. La respuesta de Bertolo al "me estoy ahogando!" que supone el libro-manifiesto de Shiffrin es una joya que empieza así:

"Estamos ya en el siglo XXI y todavía hay gentes que creen en Dios y editores que creen que los libros no son una mercancía. Veamos por qué..." Este texto no tiene desperdicio y fue uno de los doce que seleccioné para mi carpeta "la catana sociológica" (fotocopias que siempre quiero tener en mi mesita de noche). Leanlo, es muy recomendado. Y no me malinterpreten. Que si, que pobrecito el pequeño editor que tendrá que cerrar el kiosko y que vaya fastidio, porque seguro que sacaba libros de los que me gusta leer y que, a este ritmo, los ensayos -como los de sociología o similares- y otras expresiones minoritarias los tendremos que pagar a precio de oro, o no los tendremos... o nos los bajaremos de internet ;-).

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