lunes, noviembre 28, 2005

Bricomanía. Hoy, cuentito Zen.

Mira pues!

Llegan cartas a la redacción de bricomanía diciendo que si qué vamos a hacer ahora, que si el programa se está quedando sin ideas, que ya lo hemos hecho todo y que, para mantener la tensión, nos embarcamos en proyectos cada vez mas peregrinos... otros nos comentan que (despues de contruir la piscina, hacerle un ramal a la M 30 para que pase por la puerta de casa, construir un burdel adosado aprovechando el tráfico, ampliar otras diez alturas para poner un centro comercial y deforestar el bosque vecino con un incendio casero consiguiendo suelo para nuestro propio campo de golf) , el proximo briconsejo debería girar entrono a la elaboración de una megalópolois en plan Marina Dor ...

Si es que como sois. De iniciativa, bien... ahora, teneis más poco espíritu que un bote de Colón. Lo que le falta a nuestra morada es la tranquila belleza de un cuentito Zen!! Así, los invitados más classy podrán ojear algo mientras escuchan nuestro último disco de Thelonious Monk Quartet with John Coltrane, at Carnegie Hall. Ala pues, hoy vamos a hacer un cuentito Zen para rematar nuestro pequeño palacio! Ea, Venga!.


(Voz femenina) Para construir nuestro propio cuentito Zen casero necesitaremos los siguientes materiales:

Un grupo de amigos culturetas
Una habitación llena de trastros
Una pequeña indigestión
Un golpe ético dejado concentrar al menos dos semanas
Cierto detachamiento del mundo (en los países occidentales se encuentra bajo el nombre de tiempo libre y vagancia)
Dos contradicciones (se puede usar cualquiera de las de los anuncios de Nobel -cuando me gritan no oigo, me rio por no llorar...- o cualquier otro lugar común).
Rudimentos de alguna lengua extranjera (si es de un país en vías de desarrollo, mejor)


Y algunos recursos literarios:
Protagonista (joven monje(a) es recomendado)
Un maestr@
Algo muy simple (preferiblemente de un color sólido como un suelo de madera, un cuartito austero, un paquete de arroz y cosas por el estilo).
Pares de nombres similares que signifiquen cosas distintas en algún idioma exótico (si no, bastan simples acrónimos)


Procedimiento...

1) Lo más costoso: concentrar el golpe ético. Para ello debe usted perder el tiempo durante, al menos, dos semanas. El modo depende de cada tipo de persona... los karmayoga leen libros de auto-ayuda, los tipo scout ayudan a cruzar la calle a todos las ancianitas, los artistas y otra calaña existencial que duerman de día y beban mucho alcohol y se vomiten encima (o cualquier otra actividad levemente autodestructiva), los empollones que vayan a clase, los activistas que se dejen aporrear en alguna manifestación... en fin, cuando sientan que han hecho sus deberes para el tipo de persona que los demás creen que son (esto es, cuando hayan pasado dos semanas haciendo el polla integral y sean conscientes de ello) tendrán el golpe ético correctamente concentrado.

2) Es el momento... Como, de tanto karajotear, no había nada decente en la cocina, han comido cualquier guarrería y tienen una pequeña indigestión. Además, han perdido tanto el tiempo que su habitación (¡la casa toda!) está hecha un desastre. En vez de tomar bicarbonato y recoger, pónganse a escribir.

3) El resto es fácil. Para describir el escenario de la acción, basta con imaginar cómo querrían que estubiera su habitación... por ejemplo uno de los inhabitantes del Zulo pensaría: "sin calcetines, sin armarios, sin ropa... y con una inmensa ventana con vistas al acantilado". Perfecto. Luego, la acción va de cómo una paradoja que no lo es (o cualquier otra obviedad demasiado obvia) produce un cambio en alguien. O cambia el alumno o la maestra (o los dos si se quiere montar un pollo especialmente gordo). Es recomendado que la transformación se exprese en un cambio de nombre del personaje. En general el nuevo estado del personaje tiene o (se acerca a) las característicasal estado mental y físico con el que ustedes sólo pueden soñar, pero anhelan (sin dolor de estómago, sin agobios, sin nadie diciéndoles quienes son y qué tienen que hacer)...

4) Briconsejo: Sólo una o dos pequeñas sorpresas. Elija no más de dos excepciones de la siguiente lista: Cambia el maestro, no el alumno; el cambio es a peor; le cambia el nombre a alguien que no cambia; al cambiar a mejor el personaje pierde estatus; las emociones son buenas; la lección se aprende sin dolor; los nombres no son raros... si os pasais de excepciones, no será reconocido como cuento zen...

5) Imprímaselos con la letra grande, papel caro y alta definición en las fotos (o, mejor blogéeselos) a sus amigos más guays... la próxima vez que vengan a casa, entre los arcordes de jazz y ese Viña Albali joven que, por 5 euros, sale riquísimo, podrán utilizar el cuentito zen para empezar a hablar de sus vidad y acabar marujeando... pero con estilo, no como los demás, que cotillean...

Agur

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Migueloti!!!!! El cuento zen que propongo es el que una vez, tras una lectura indigesta de Jodorowski, estuviste imaginando: sobre un tipo que iba a la ciudad a petición de un monje zen, y volvía para mostrarle la lección aprendida: le propinaba una ostia diciéndole que no era la mismo vivir en la city que en la casa de la pradera. ¿Lo recuerdas? Era una muy buena lección de sociología. Pienso a menudo en él.

the Migue dijo...

Oh si, ya me acuerdo. Aunque el resumen de tus recuerdos es bastante diferente a lo que yo alcanzo a acordarme. Despues de esta funesta semana de examenes prometo reescribir el cuento del alumno que va a Marruecos... y justo ahora he tenido una meditacion sobre una discusion respecto a una galleta oreo con las tapas al reves... prometo ambos cuentos en un corto plazo.