lunes, noviembre 21, 2005

El monje y el gorrion

Algunas mañanas, Toku se despertaba en su austera habitación con el canto de un gorrión que se posaba en la ventana. Sus alegres trinos contenían la belleza plena del universo. "Sólo si el gorrión viniera a cantar todas las mañanas... no habría mejor sitio para despertar que este cuartito".

Cada vez aparecía con mas frecuencia y, comezó a tomar las migas que Toku se "olvidaba" de recoger en la cena. Un día, el pequeño gorrion se posó en su mano. Al sentir que estaba tomando impulso para volar, Toku la cerro porque quería que se quedara, oirlo en las mañanas, compartir las migas y resguardarlo del frío del invierno. Entonces, el pájaro se fue.

Y no volvía.

Toku sintió triste. Pensaba qué sería del gorrion en medio del invierno y comenzó a construir una jaula con un bebedero y una casita. Cuando acabó el techo se cortó en dedo corazón y, desde entonces, empezó a despertarse con dolor de cabeza. Entonces fue a hablar con la maestra del templo, Kachiko.

Ella, tras oirlo, poso su brazo sobre los hombros de Toku, porque comprendía su pena y le dijo: "si quieres despertarte con cantos, mantén las manos abiertas". Entonces Toku supo que su tiempo de retiro había acabado, recuperó su antiguo nombre, Kute, y volvió a su pueblo.

El Zen Glotoncito

2 comentarios:

Mirandiki dijo...

mmm....
este relato me recuerda a alguna cosilla, pero no logro acordarme de cual...
en todo caso, y como te dirian los autowikipedistas, estupendoooo....
weno, que sabemos que sigue vivo, y que al zen glotoncito no hay quien le supere (ni en zen ni en glotoncito). Creo que sé lo que dices, pero... necesito mas clases de zen! Un besito

the Migue dijo...

Je, je... me alegro que te guste... a mi me parecia un poco tonton -y probablemente lo sea- (pero lo de ponerle fotos a las cosillas escritas ayuda mucho en la seducción). Enfins, que he vuelto de Buffalo y a ver si pongo algo de estas vacaciones